Muerte de Benito Mussolini

De izquierda a derecha, los cuerpos de Nicola Bombacci, Benito Mussolini, Claretta Petacci, Alessandro Pavolini y Achille Starace exhibidos en la plaza de Loreto de Milán en 1945.
Walter Audisio, partisano comunista que afirmó haber disparado a Mussolini. Fotografía de su servicio en el Senado de la República (1964-1968).

La muerte de Benito Mussolini, jefe del Partido Fascista Republicano y Duce de la República Social Italiana (más conocida como la República de Saló) de 1943-1945, se produjo el 28 de abril de 1945, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial en Europa, cuando fue ejecutado sumariamente por un partisano italiano en el pequeño pueblo de Giulino di Mezzegra, en Italia septentrional. La versión generalmente aceptada de los hechos[a]​ es que Mussolini recibió un disparo de Walter Audisio, un partisano comunista que usaba el nombre de guerra «coronel Valerio» (Colonnello Valerio),[1]​ como parte de una misión para implementar el ultimátum del 19 de abril de 1945 y el artículo 5 del «decreto para la administración de justicia» (decreto per l'amministrazione della giustizia), aprobado en Milán el 25 de abril por el Comité de Liberación Nacional de la Alta Italia (Comitato di Liberazione Nazionale Alta Italia, CLNAI).[2]​ La responsabilidad de la ejecución fue luego reclamada por el CLNAI con el comunicado de prensa del 29 de abril.[3]​ Sin embargo, desde el final de la guerra, las circunstancias de la muerte de Mussolini y la identidad de su asesino han sido objeto de continua confusión, disputa y controversia en Italia.

En 1940, Mussolini llevó a su país a la Segunda Guerra Mundial del lado del Tercer Reich, pero pronto esto resultó en un fracaso militar. Para el otoño de 1943, se vio reducido a ser el líder de un Estado títere alemán en el norte y centro de Italia (la República de Saló) y se enfrentó con el avance aliado desde el sur y un conflicto interno cada vez más violento con los partisanos. En abril de 1945, con los Aliados rompiendo las últimas defensas alemanas en el norte de Italia y un levantamiento general de los partisanos que se apoderaron de las ciudades, la situación de Mussolini se volvió insostenible. El 25 de abril huyó de Milán, donde había residido, e intentó escapar a la frontera suiza. Él y su amante, Claretta Petacci, fueron capturados el 27 de abril por partisanos locales cerca del pueblo de Dongo en el lago de Como. Mussolini y Petacci fueron fusilados la tarde siguiente, dos días antes del suicidio de Adolf Hitler.

Los cuerpos fueron llevados a Milán y abandonados en una plaza suburbana, la plaza de Loreto, para que una muchedumbre enfurecida los insultase y maltratase físicamente. Después fueron colgados boca abajo de una viga de metal sobre una gasolinera en la plaza. Los cadáveres fueron azotados, disparados y golpeados con martillos. Inicialmente, Mussolini fue enterrado en una tumba sin nombre, pero, en 1946, su cuerpo fue desenterrado y robado por militantes fascistas. Cuatro meses después fue recuperado por las autoridades y lo mantuvieron oculto durante los siguientes once años. Finalmente, en 1957, fue enterrado en la cripta de la familia Mussolini en su ciudad natal de Predappio. La tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación para neofascistas y el aniversario de su muerte está marcado por manifestaciones neofascistas.

En los años de la posguerra, la «versión oficial» de la muerte de Mussolini ha sido cuestionada en el país —no internacionalmente a nivel general—, comparándola con las teorías de conspiración del asesinato de John F. Kennedy. Periodistas, políticos e historiadores, dudando de la veracidad del relato de Audisio, han presentado una amplia variedad de teorías y especulaciones sobre cómo murió Mussolini y quién fue el responsable. Al menos doce individuos diferentes, en varias ocasiones, han sido acusados de ser el asesino, como Luigi Longo y Sandro Pertini, quienes posteriormente se convirtieron en secretario general del Partido Comunista Italiano y presidente de la República Italiana, respectivamente. Varios escritores piensan que la muerte de Mussolini fue parte de una operación de las fuerzas especiales británicas. El objetivo supuestamente era recuperar «acuerdos secretos» comprometedores y correspondencia con Winston Churchill, que Mussolini presuntamente llevaba consigo cuando fue capturado. Sin embargo, la «versión oficial», con Audisio como el verdugo de Mussolini, sigue siendo la narrativa más creíble.


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  1. Moseley, 2004, p. 275.
  2. Milza, 2011, p. 119.
  3. Milza, 2011, p. 933.

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